Superpoder
Me encantaría tener el superpoder de leer mentes en los museos.
En los
museos se rompen todas las reglas, los desnudos dejan de ser indecentes, se admiten los viajes en el tiempo y, la
moral no sé ve ofendida ni por las obras que la atacan directamente. Cada museo
tiene sus propias reglas, cuenta sus propias historias y, cada obra se comporta
de una manera diferente.
Sin
embargo, lo qué más llama mi atención, no es cada obra en sí misma sino la
interacción con los visitantes curiosos que se acercan a verla. Me encantaría
saber las interpretaciones que hacen de un cuadro o escultura. Conocer el
motivo que hace que dediquen unos minutos a mirar fijo o que no puedan sostener
la mirada.
Un museo es
una colección de estímulos que te pueden llevar a pensar, a sentir o que
también te pueden sólo aburrir, depende de cada uno y, esa es la parte
interesante.
Curiosamente, el Musée d´Orsay en París, tiene un ventanal en forma de reloj desde el cuál se puede mirar a la calle. Creo que muchos museos suelen tener ese espacio para escapar de la abstracción generada por las exposiciones y observar “lo cotidiano”. Mirar a la gente con la que convivimos diariamente cómo si fuera parte de un retrato. Observar nuestra vida como si fuera una obra de arte (¿Acaso no lo es?).
Ya hoy
convertida en museo, se sigue viendo a la gente en tránsito, gente esperando,
gente observando, gente en busca de algo. Mientras estaba ahí, con una fila de personas
al lado esperando para sacarse una foto en frente de reloj/ventanal del museo,
me pregunté porque no miraban hacía afuera. Todo sucedía en la realidad
particular que se genera en el museo y nadie quería romper ese pacto tácito.
Pero… si
mirásemos hacía afuera…
¿Qué
veríamos? ¿Qué nos gustaría ver? ¿Qué convierte a la realidad en la qué vivimos
en una obra de arte digna de ser contemplada?
Comentarios
Publicar un comentario