Bricolage

Las tenía perfectamente organizadas, cada una en su lugar. Ninguna se repetía y todas cumplían una función predeterminada para una ocasión particular.

La que usaba para ir al trabajo todos los días ya estaba un poco vieja, las manchas y agujeros se empezaban a notar. Otra, que también tenía sus años, era la de los viernes que usaba para las cenas con amigos. Además, tenía una para los domingos familiares. Otra, para su segundo grupo de amigos (que claramente no podían verlo con la primera). Una para ir al gimnasio. Y otra para las clases de inglés que había empezado recientemente.
En otra parte de la casa conservaba algunas especiales, como la que utilizaba para ir a las entrevistas de trabajo y la que se ponía para ir a citas. Esta última, estaba separada y completamente cubierta para que no se arruinara con la humedad ni las polillas. En el último tiempo, no había tenido ocasiones para sacarla de su escondite impoluto, por eso se mantenía en el mejor estado, pero ya tenía su tiempo y a él le hubiera gustado usarla más seguido.

Algunas las compartía con gente que conocía, pero generalmente se las olvidaba y nunca conseguía recuperarlas. Por eso, no le gustaba prestarlas, aunque lo hacía más seguido de lo que le gustaba admitir.
Para sustituir las que se iban llevando, intentaba imitar aquellas que veía en las redes, pero no se adaptaban a sus dimensiones y parecían copias muy obvias de los originales. Eso no le gustaba para nada. No quería admitirlo, pero le hubiera encantado ver la reacción de la gente al verlo llevar una original.

Todos los días las reorganizaba, siguiendo un criterio previamente analizado en detalle. Las ordenaba y limpiaba, como si fueran su pertenencia más valiosa; él creía que lo eran.

Hasta que un día, cansado de tener que andar cambiándose continuamente, decidió optar por el minimalismo y se puso a la tarea de reorganizarlas con un criterio más estricto. Comenzó a despojarse de algunas que ya no quería usar, tiró otras que todo su entornó criticaba, pero cuando descubrió que sentía un gran apego emocional hacía varias, decidió cambiar de estrategia. Buscó algunos tutoriales y se dispuso a tomar lo mejor de cada una para combinarlo en una única versión final: 
“Sería perfecta, la combinación ideal".
Recortó las mejores partes de cada una e intentó pegarlas con cinta… cinta de papel… cola… hasta consiguió silicona para poder pegar las superficies… Nada funcionaba. Las partes volvían a caer al suelo una y otra vez. Lo intentó mil veces hasta que se rindió y las partes que habían sido cuidadosamente seleccionadas, fueron a parar a la basura porque ya ni siquiera servían después de tantos intentos.

Él no sabía que hacer. Frustrado y decepcionado, no pudo hacer otra cosa que irse a dormir solo y desnudo. Durante la noche, sintió algo de frío y comenzó a buscar que ponerse, pero a pesar de la incomodidad, se acomodó de otra manera y decidió quedarse así e intentar volver a dormir. 
Al día siguiente, se dio cuenta de que ya no tenía nada que ponerse. Después de verse al espejo y encontrarse con él mismo, decidió salir así a la calle. Si alguien le decía algo, por lo menos, podría explicar que entre minimalismo y bricolaje se había quedado sin nada para cubrirse, sólo quedaba él mismo y, aunque de esa manera se sintiera más el frío, también caminaba más liviano. 

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