¡Qué bueno "hacerse la película"!

De repente, aparecí caminando por una vereda llena de casas con porche prefabricadas, idénticas a las que había visto tantas veces en películas. Salía a caminar por el campus y me encontraba con que todos usaban el logo de la universidad, en remeras, mochilas, gorras, medias, y cualquier objeto sobre el cual fuera posible plasmar una imagen/texto. Las fraternidades/sororidades eran algo cotidiano y había gente que no se separaba del lavarropas/secarropas por miedo a que le robaran las tan valoradas remeras con letras griegas. Todos los clichés parecían ser ciertos y yo empezaba a formar parte de clubs presentes en esa extraña realidad gobernada por el beer pong. Me despertaba un sábado con ganas de ir a ver un partido de Lacrosse y, me daba cuenta de quién era el jugador favorito por los comentarios de las demás chicas en la tribuna. Incluso un día me llegó una invitación para unirme a una fraternidad internacional y me sentí especial… aún sin entender completamente el funcionamiento de estas organizaciones tan particulares, entendí que estaba pasando algo especial. Así que me uní, y pasé por todos los rituales correspondientes (de los cuales claramente no puedo hablar porque son “supersecretos”).

No había otra explicación, me habían abducido en Córdoba y me soltaron en una típica película de adolescentes en Estados Unidos.

En Roma, me pasó lo mismo. De repente, era una especie de Lizzie McGuire con un montón de sueños cumpliéndose aunque, sin la necesidad de buscar un Paolo porque ya sabemos como termina eso. Comí  cual Liz en “comer, rezar, amar” y como ella, me enamoré de las pizzas margueritas en Nápoles.

Y así también recorrí otras ciudades, incluyendo a Córdoba, que experimente una y mil veces, viviendo una infinidad de películas distintas.

Me pasa lo mismo en cada momento de mi vida. Se genera una especie de abstracción en la que soy yo misma, pero a la vez, soy otra versión de mí. No necesariamente soy un personaje de una película existente, en realidad, es una película que va sucediendo mientras la voy viviendo. Quizás sea un tipo de locura pero, creo que cualquier recurso que nos permita caminar un poco más libres en esta vida, es positivo y lo tenemos que aprovechar. Contamos con la fortuna de ser contemporáneos a películas y series que nos hacen sentir y pensar como personajes que quizás nunca podamos llegar a ser. Nos enfrentamos a escenarios únicos e irrepetibles y nos tomamos la libertad de ponernos en el lugar del protagonista para sentir como se vive esa realidad.


Meterse en la película, sea cual sea, puede tener sus beneficios:

  1. Al convertirte en protagonista, te corrés del cenital.
    Cuando lográs imaginar que tu vida está pasando en una pantalla mientras vos estás sentado al frente comiendo pururú o nachos, le sacás un poco del dramatismo. Ya las cosas dejan de pasarTE y empiezan a pasarLE al protagonista de una historia. Una historia que puede tomar cualquier rumbo y estar compuesta por escenas tristes pero también felices, no se sabe cómo serán las siguientes. Pensar en que todo es parte de una película nos permite hacer un paso al costado y salir del centro, soltar el control de lo que está pasando. Pero igualmente, nos permite accionar y sentir como protagonistas, que deciden como actuar frente a la situación.

  2.       Todo puede pasar.
    Justo cuando el protagonista no puede estar peor (como Harry viviendo debajo de la escalera en lo de sus tíos), todo puede cambiar. No sabemos cuándo, ni cómo, pero todo puede mejorar, y lo que si sabemos es que siempre va a haber más puntos para Gryffindor.
    Al sentirnos parte de una película, reconocemos la posibilidad de que la narrativa cambie en cualquier momento. No importa lo mal que la esté pasando el/la protagonista, todo puede cambiar en la próxima escena. Puede tener un final feliz al mejor estilo Disney o puede ser una película con un final abierto, pero nos encontramos atentos a la posibilidad de que lo que pase nos sorprenda y cambie el curso de las acciones.

  3.       Lo cotidiano se vuelve mágico… o bueno, quizás sólo es que salimos del piloto automático.
    En Amélie, lo cotidiano se vuelve altamente significante. El personaje disfruta de pequeños placeres y vive de una forma particular (como todos). Los colores y sonidos cobran gran relevancia y dan sentido a los hechos que observamos en la pantalla. Aquello simple, del día a día, adquiere un mayor nivel simbólico o estético, ya nada es al azar.
         Ir a tomar un café a un nuevo lugar puede transformarse en el comienzo de un nuevo proyecto, en el punto de encuentro con alguien relevante, en la escapatoria a la gente de siempre que ya no queremos ver, en la costumbre del protagonista todos los 25 de cada mes por alguna razón, etc. Y, si no nos animamos a ser el director y darle sentido a cada acción, podemos jugar a ser el protagonista que aún no sabe lo importante que será ese café en ese lugar.
    Cuando se elabora el guión y storyboard de lo que será una película, se piensa cada detalle de cada toma para componer una escena. Cómo protagonistas de nuestra película aceptamos que, a cada acción que realizamos le podemos sumar una clara intención o matiz. Además, podemos tomarnos la libertad de jugar a ser directores y definir que colores, emociones, banda sonora usaríamos para cada escena de nuestra vida. Es una manera de entender como nos estamos sintiendo y que sentido le queremos dar a lo que está ocurriendo. Estar presente más allá de que comprendamos (asignemos) un significado o no a lo que estamos viviendo.

  4.       No es necesario que la trama sea sobre un viaje a marte o un apocalipsis zombie.
        Malcom & Marie desarrolla toda su trama en una casa como único espacio físico. Hay sólo dos personajes, Malcom y Marie. Toda la acción transcurre en los espacios de la casa y entre estos dos personajes.
    No sería difícil encontrar una historia entre las interacciones diarias que se dan en los lugares que uno habita, especialmente en aquellos que denomina hogar.
     
    Las películas pueden abarcar diversas temáticas y muchas veces hablan sobre aspectos de la vida cotidiana. No importa cual sea la situación, siempre hay una historia, no se trata solo de viajar y estar en situaciones extraordinarias.

  5.       Dimensionamos a los personajes que nos rodean.
    No solo los detalles referidos a la rutina se vuelven relevantes, aquellos que distinguen a cada personaje también. Lou, con su vestimenta particular, su reacción al recibir un par de medias rayadas y su entusiasmo por ofrecer una taza de té, se presenta como un personaje único. Kat, con su tono sarcástico y sus fuertes convicciones, es claramente distinguible de su hermana Bianca. Cada personaje tiene lo suyo y a cada quién le genera algo en particular. Empezar a reconocer los aspectos que nos hacen ser quienes somos es un perfecto ejercicio para también, reconocer quienes queremos ser en esta producción cinematográfica de la vida. Reconocernos como un personaje en la trama nos ayuda a definir lo que somos, como somos y como interactuamos con quienes nos rodean.

  6.       El final, puede no ser el fin definitivo de la historia.
    Toda película puede tener una secuela, o varias producciones que continúan la historia... Siempre tenemos la posibilidad de protagonizar una nueva película en la que pase algo completamente distinto, quizás con otros personajes, quizás en otra locación. En las películas vemos a los personajes evolucionar, cambiar, superar desafíos. Reconocernos como protagonistas implica estar abiertos al cambio y a los nuevos escenarios.
          Así como en las películas Antes del amanecer, Antes del atardecer y Antes del anochecer vemos a los mismos protagonistas en diferentes países, con situaciones de vida completamente distintas, también puede pasar lo mismo en nuestra vida. Los personajes se pueden separar, puede cambiar la locación, pero esto no implica que no aparezcan personajes nuevos o que la trama sea menos entretenida.

  7.       Ordenar el multiverso.
    Nuestros pensamientos y emociones aparecen desordenados en el cuerpo. Encontrarnos con diferentes versiones de nosotros mismos confunde y puede desorientar. Pero, entendernos como el mismo personaje que se encuentra con sus diferentes manifestaciones en las realidades del multiverso, puede ser útil para aceptar todo lo que convive en nosotros y dejar de buscar categorizarnos en ángel/demonio, héroe/villano.

         En definitiva y para no extenderme más, encuentro muchas ventajas en flashearla mientras estoy viviendo. Espero que logres convertir a la película de tu vida en tu película favorita. Ojalá te sientas identificadx, y si no es así, te dejo algunas películas a las cuales hice referencia por si estás buscando algo para ver 😊

  •      Lizzie McGuire la película (guiño guiño para los que la vimos de chicos)
  •      Comer, rezar, amar (hay que volver a verla cada tanto)
  •      Spider-man: Sin camino a casa (mirala aunque sea para entender el meme, vale la pena)
  •      Malcom & Marie (creo que ni Marie Kondo aprovechó tanto un espacio)
  •    Amélie (al contrario que la anterior, aquí se usa en gran medida el color como un recurso simbólico poderoso, ni hablar de la música que completa lo sublime de la producción)
  •     Antes del amanecer, Antes del atardecer y Antes de la medianoche (Para mirarlas con alguien que tenga ganas de viajar y de ponerse a debatir/charlar sobre los temas que se van proponiendo en la película).
  •     Yo antes de ti (no verla si estás muy sensible, o si)
  •      10 cosas que odio de ti (siempre va a ser mi favorita)
  •      Harry Potter (¿Hace falta que diga algo? Tenés varias para elegir y entretenerte )

Estas no las mencioné pero también te pueden inspirar:

Te/Me pregunto ¿Qué películas recomendarías?

Y… ¿Cómo sería la película de tu vida? 

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