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Los esquís ocupando el poco espacio libre en la habitación y la ropa tirada encima de todo. El orden no era la característica adecuada para describir la escena pero tampoco era un problema en esa ocasión; no era lo importante, a ambos les daba igual. Se cambiaron rápido y dejaron la habitación para aprovechar el día. Ya dejaron preparada una bolsa con comida, que quedaría en el mismo lugar hasta la hora de la cena, y unas cervezas enfriándose en el balcón esperando a la celebración de esa noche. Habían pasado los años y la vida seguía reuniéndolos. Se conocían desde hace más de una década pero vivían en diferentes continentes; por eso, cada año elegían un lugar distinto para celebrar la amistad. Habían llegado a un punto de sus vidas en el que podían permitírselo. Después de mucho tiempo de anhelar el próximo reencuentro sin planes concretos, ahora ellos decidían la fecha de cada reunión. Y así, cada año comprobaban que el tiempo sin verse dejaba de ser un parámetro para medir la