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El taco aguja azul de terciopelo ocupaba el rol de alhajero sobre la mesa, lleno de joyas doradas que sobresalían del zapato.

En el baño, el neceser animal print contenía todo lo necesario. No se había limitado con el equipaje; quería verse bien y necesitaba seguir su rutina previa. Era un día importante.

Llevaba puesto un elegante vestido negro, adquirido para la ocasión, y un abrigo marrón demasiado grande para pasar desapercibido.

El otro zapato yacía en el piso, lo había tirado al volver de la cena.

Sus hijos, en la habitación del frente, ya se habían despedido y seguramente estaban a punto de dormirse. Esa noche no aceptaría interrupciones. Su marido, desde la ducha, ya sentía la tensión.

No habían venido a cualquier hotel. Tampoco la fecha había sido escogida al azar.

Algo muy importante se veía venir, y esa noche marcaría el resto de sus vidas.

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