Un mar de péndulos

Uno se olvida de lo especiales que son las cosas cuando las tiene muy cerca.

Lo habitual, lo cotidiano, lo “normal” se convierte en lo que siempre está. Y perdemos la perspectiva. Ya no vemos el cuadro completo así como tampoco nos acordamos de la impermanencia que caracteriza a cada aspecto de la vida.

Paisajes, personas, momentos, estados, todo puede desaparecer. Y nos parece obvio, pero en el día a día nos olvidamos. Y evitamos el camino largo aunque nos deje apreciar el paisaje. Y no nos juntamos porque hay cosas más urgentes. Y nos estresamos porque podemos hacer demasiadas cosas pero la libertad nos abruma.

Sin embargo, enfocarse en lo poco conscientes que somos sobre estos aspectos de la vida es contraproducente porque podemos desarrollar una obsesión tal por disfrutar cada momento, que nos puede llevar a una frustración constante.

La vida es un complejo juego de equilibrio.

Muchos años de mi vida me esforcé por encontrar máximas que me permitieran vivir mi mejor vida... Me dí cuenta de que mientras buscaba reglas que abarcaran toda la realidad en la que vivimos, la vida se movía para sacarme de los lugares que consideraba absolutos. Todo es cuestión de perspectiva y equilibrio.

Pensar desde un extremo sólo nos va a llevar a otro.

Y quizás vivir se trate de eso, de oscilar infinitamente en busca del centro.


Comentarios

Entradas populares de este blog

Prólogo a la estadía

108

Refugio y herejía