Las brujas del Moncayo

- "Es el único pueblo excomulgado por el Vaticano.” 

Con eso, ya me convencieron para ir a ver de qué se trataba. Trasmoz, municipio situado cerca de Zaragoza en España, se destaca gracias a las leyendas que atraen a turistas a sus callecitas. Resulta que se lo asocia con aquelarres de brujas; incluso cuentan que el castillo que se encuentra en la cima fue construido de la noche a la mañana, hecho que solo podría atribuirse a un pacto con el diablo, claro está.

El castillo

Lo que queda del castillo está dedicado a ser el Museo de la Torre, el Caballero y la Brujería. Allí podemos encontrar una gran exhibición compuesta por un recorrido por antiguos métodos de tortura. Cada uno acompañado de una gráfica explicación que detalla su efectividad en ciertas circunstancias específicas. No es el museo que más disfruté, para ser sincera, pero sí me sorprendió la creatividad que tiene el ser humano para autoatacarse como especie. El museo también tiene una parte en la que se hace referencia al uso de plantas medicinales; no sería la primera vez en la que se acusara a mujeres de brujería solo por saber usar la naturaleza para sanar.

La realidad es que del castillo no queda mucho, pero dicen que en una época fue muy importante. Tan importante que una de las teorías sostiene que allí se instaló un mercader que falsificaba dinero aprovechando las minas de metal del lugar. Las creencias sobre las brujas que envolvían al castillo y al pueblo sirvieron de excusa para alejar a curiosos y poder desempeñar su tarea con tranquilidad. Una vez más, los cuentos de brujas esconden realidades mucho más mundanas.

¿Excomulgado?

Allá por el año 1255, el abad de Veruela, enojado porque el pueblo de Trasmoz no cumplía sus órdenes ni aportaba recursos al monasterio, decidió recurrir a la excomulgación. No conforme con eso, unos años después también maldijo al pueblo de Trasmoz por una nueva negativa a aportar sus recursos al monasterio. Así, este se conviertió en un pueblo no solo excomulgado, sino también maldito, hecho que no parece afectar mucho a sus habitantes, que hoy son visitados gracias a las leyendas que se transmiten de boca en boca.

Mala fama

Lejos de mostrarse ofendidos por la “mala fama”, los habitantes de Trasmoz han sabido usar los rumores a su favor e incluso han incluido en el pueblo evidencia de las acusaciones. La decoración es claramente alusiva a las brujas del Moncayo e incluso hasta el día de hoy se sigue eligiendo una “bruja del año”. No tengo claros los criterios del certamen, pero se deja ver que es un título del cual estar orgulloso, ya que en las casas de las ganadoras podemos encontrar un cartel reconociendo el logro.
“Bruja del año” me parece un título interesante. Parece que la más conocida fue la Tía Casca, cuyo nombre se encuentra en varios lugares del pueblo e incluso Bécquer la menciona en “Cartas desde mi celda”, relatos que escribió mientras se encontraba en el Monasterio de Veruela. Cuentan que era la bruja más mala y que su especialidad, entre otros poderes, era lanzar males de ojo a los niños. También dicen que podría haberse tratado de una señora que simplemente usaba plantas medicinales para ayudar. En cualquier caso, tuvo una muerte violenta a manos de los pobladores que la acusaban de brujería.

Nuevamente se entrecruzan los límites entre los hechos y las historias contadas para construir una identidad. Trasmoz no solo es un ejemplo de rebeldía al no querer someterse al abad de Veruela, sino que, además, es símbolo de resiliencia y ha podido transformar una maldición (nunca tan literal) en su principal atractivo.

La energía de las calles y los paisajes del Moncayo están envueltos en misterio y, mientras camino y recorro cada espacio, no puedo evitar pensar en cuántos hechos que consideramos sobrenaturales e inexplicables, encierran en realidad verdades más simples de lo que pensamos.

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